En la sociedad de hoy en día vivimos un ritmo estresante y exigente, donde no paramos ni un segundo y parece que todo el día ya esté programado. En ese escenario que para muchos de nosotros es el día a día, no hay lugar para uno mismo, sus tiempos, necesidades, espacios para el cuidado y la atención de aquello que nos hace estar bien.

 

Si eres afortunado, al menos te habrás dado cuenta de que el ritmo que llevas a largo plazo no puede mantenerse sin tener consecuencias, y quizá al menos estés buscando cómo puedes hacer para cambiarlo o qué te puede ayudar en este momento.

 

Gran parte es simplemente el estrés diario al que nuestro cuerpo se va adaptando y buscando soluciones mientras puede. Pero a veces no hay lugar para más adaptaciones o hay ciertas situaciones económicas, sociales, de salud… muchas veces inevitables, que aumentan aún más ese estado y que nos llevan a sentirnos bloqueados, abrumados ante cualquier situación o nos producen síntomas y dolores en el cuerpo. Y no hay que olvidar que “el cuerpo siempre hace lo mejor que puede con lo que tiene”.

 

Cuando ya no puedes moverte o el dolor que tienes es invalidante, entonces recurres a fármacos que solo ocultan temporalmente el dolor, pero no solucionan el problema. Has ido acumulando tensiones durante tiempo, compensaciones del cuerpo, modificaciones de tu postura… Posiblemente habrá también cambios en tu sistema digestivo, en la forma de descansar o incluso en tu carácter. Si hay suerte y tienes referencias, acudirás a un buen osteópata esperando que en una sola sesión resuelva todos tus males.

La solución no está en llegar al mejor osteópata y ponerle “encima de la mesa” todas tus dolencias o dificultades, sino en ir escuchando tus necesidades día a día y atenderlas en la medida de lo posible. Y eso implica además de ir al osteópata, “cuidarte”, dedicarte tiempo, hacer ejercicio, buscar aquello que te gusta, dirigir tu energía y atención hacia donde realmente quieres dirigirla.

 

Sé que suena muy idílico y que como decía al inicio, este ritmo frenético que vivimos no da cabida a ello. Entonces, ¿qué planteo? Planteo según puedas seguir esta “receta idílica” y cuando no sea posible, pedir ayuda. ¿A quién?, además de a la gente cercana que te puede echar una mano en ciertos temas, acudir a un buen osteópata que pueda ir disminuyendo tus tensiones o compensaciones inevitables. Pero no cuando ya no puedes más, sino realizar una sesión al menos mensual, bimensual o máximo trimestral, según tu situación. De este modo evitarás llegar a estados indeseados y te ayudará a vivir y solventar mejor situaciones no tan agradables que puedas encontrarte. ¡La diferencia que obtienes es incuestionable!

 

“SALUD, eso que cuando se tiene no se valora y que se valora solo cuando no se tiene”

 

¿Qué es lo más valioso además de la salud y tus seres queridos? ¡Tu tiempo! Pasa rápidamente y no se puede recuperar. Si lo que quieres es no perder el tiempo y economizar tu dinero, dirígete a la consulta de un buen osteópata cualificado. No hay mejor inversión en tiempo y dinero, y eso te dará la posibilidad de tener mejor salud y calidad de vida para lo que realmente quieres hacer. La prevención está olvidada y no invertimos en nosotros mismos, en recibir tratamientos, ni hacer ejercicio regularmente, sino que solo cuando tenemos problemas, nos preocupamos y buscamos qué podemos hacer. Mejor no llegues al osteópata en malas condiciones esperando que todo se solucione rápidamente, es preferible que realices un mantenimiento osteopático regular. Esta es la clave del éxito de una buena salud, invirtiendo poco tiempo y sacando el mayor partido a tu dinero. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste al osteópata?…

 

Todos sabemos que debemos llevar el coche a revisión y que solo con su uso se va desgastando y tenemos que invertir en él si queremos que siga funcionando. Pero ¿por qué no pensar en nosotros mismos de ese modo?, ¿por qué no invertir en uno mismo?, ¿por qué no entender que la edad, la falta de ejercicio, una deficiente alimentación, el desgaste de tu cuerpo, el estrés al que estás sometido va reduciendo tus capacidades? No esperes a que sea demasiado tarde y ya tengas que acudir en lamentable estado o conformarte con mejorías parciales. Ponte como prioridad a ti mismo y planifica estas revisiones y tratamientos rutinarios que te van a ayudar a realizar mejor el resto de tareas que tengas. Prueba la diferencia y ponte como prioridad ante todo. Porque si no lo haces, tarde o temprano el cuerpo te parará y entonces quizá ya sea un poco tarde para que te podamos ayudar en ciertas situaciones.

 

“MEJOR ES PREVENIR QUE CURAR” (Erasmo de Rotterdam)